¿Te has parado a pensar alguna vez por qué, en los últimos tiempos, está tan de moda esto de emprender? Seguramente haya varias razones, pero hay dos que destacan por encima de todas las demás.
La primera, que es mucho más accesible a cualquier persona, gracias a Internet. Y, la segunda, que es del máximo interés para los políticos, especialmente en esta época de crisis, así que ellos incentivan el emprendimiento tanto como sea posible.
Sin embargo…¿Es el emprendimiento para todo el mundo?¡Desde luego que no! Hoy tendrás oportunidad de ver algunas razones por las que el emprendimiento no es para todo el mundo, y, francamente, te resultarán de lo más lógicas.
Mucho trabajo
La primera de las razones por las que el emprendimiento no es para todo el mundo, es porque da mucho trabajo. Hay quien piensa que el emprendimiento es sencillo, pero lo cierto es que las enormes cantidades de trabajo que hay detrás dicen todo lo contrario.
Existe la falsa creencia de que el emprendimiento puede ser tan sencillo como tener una buena idea, contratar a una serie de personas que se encarguen de ponerla en práctica, y listo.
Pero no es así.
Sin duda alguna, las personas más trabajadoras que puedas conocer, son los emprendedores. En cualquier ámbito de la vida, no necesariamente en el ámbito de lo empresarial.
Y esto es algo que choca mucho a los empleados, que sienten un cierto ataque personal cuando se dice que los que realmente trabajan son los emprendedores. Ellos suelen responder con un “yo trabajo en la obra como un esclavo mientras tú estás en tu ordenador”, por ejemplo.
Lo cierto es que el error está en asociar trabajo con esfuerzo físico. Es obvio que un peón de obra puede tener un esfuerzo físico muchísimo mayor que el emprendedor digital, pero la carga de trabajo es infinitamente mayor en el caso del emprendedor.
Al fin y al cabo, el peón de obra trabaja sus ocho horas diarias y vuelve a su casa. El emprendedor se pasa trabajando hasta dieciséis horas al día hasta que su proyecto se vuelve rentable y echa a andar más o menos por sí solo.
Por lo tanto, si no eres capaz de aguantar estas grandes cantidades de trabajo, puede que el emprendimiento no sea para ti.
Autonomía
Otro aspecto importante del emprendimiento es la autonomía. Y es que, aunque suele ser una razón para el emprendimiento, lo cierto es que, cuando uno es autónomo, se da cuenta de los problemas asociados a serlo.
Existe una tendencia natural a envidiar al empresario o al profesional que emprende porque, naturalmente, se ve lo evidente: No tiene un jefe ordenándole qué hacer. Y es obvio que tener a alguien que te ordene que hacer, no es especialmente agradable.
Pero no se ve la parte que queda oculta, que es la que tiene que ver con el hecho de que tener que decidir por ti mismo y asumir las responsabilidades, también tiene sus costes, y no siempre es fácil.
Hay personas que, sencillamente, no son capaces de asumir las riendas y decidir qué tienen que hacer o dejar de hacer para que su proyecto prospere. Y es natural que así sea. No tiene nada de malo.
El hecho de tener un jefe que te indique qué tienes que hacer, cómo tienes que hacerlo y en qué tiempos tienes que hacerlo, es de suma utilidad, porque te libera totalmente de ese trabajo (porque también es trabajo).
En cambio, cuando eres tú el que tiene que organizarte el calendario, decidir cómo tienes que organizar los flujos de trabajo, entender cómo puedes servir de la mejor manera posible a tus clientes, y otros muchos otros factores, te encuentras con serios problemas.
Por lo tanto, si no eres capaz de ser autónomo y asumir las responsabilidades de las decisiones que tomas, tampoco eres un buen candidato para emprender.
Estrés
Fruto de los dos anteriores puntos, surge el estrés. Es increíble la enorme cantidad de emprendedores que sufren de estrés, porque tienen la mente siempre puesta en el trabajo y en si van a ser capaces de cumplir consigo mismos o no.
No es casualidad, al fin y al cabo, que muchos emprendedores se decidan a practicar la meditación o el ejercicio como una forma de, sencillamente, quitarse de la mente los problemas asociados al trabajo.
Y es que, pese a que, en ocasiones, tener un trabajo por cuenta ajena también pueda ser estresante, no hay ni punto de comparación entre ese estrés y el de ser responsable de toda una maquinaria dispuesta a servir a un cliente.
El miedo a que no se pueda cumplir ese servicio, es apabullante, y eso genera un estrés que es demasiado elevado como para que lo pueda experimentar una persona que trabaja por cuenta ajena.
Por lo tanto, si no tienes cierta tolerancia al estrés, es bastante difícil que puedas ser un emprendedor de éxito.
Inversión
Por supuesto, el emprendedor tiene que invertir. No solo invierte dinero, sino que también invierte tiempo y su estatus (sobre todo en unos países que se centran tanto en el fracaso como los hispanos).
Resulta bastante evidente que no todo el mundo está dispuesto a hacer ese tipo de inversiones con tal de sacar para adelante un proyecto basado en una idea, sabiendo que existen altos riesgos de fracasar.
Sin embargo, la gente tiende a legitimar que se cobre muchos impuestos a los que tienen empresas productivas, bajo la idea de que “se está robando a los trabajadores”, cuando, en realidad, todo deriva de esa capacidad de acertar a la hora de invertir.
Resulta evidente que no todo el mundo tiene por qué invertir (aunque las sociedades que tienen menos miedo a estas inversiones para emprender, tienden a ser más ricas), pero, igualmente, debería resultar evidente que quien invierte y tiene éxito no debería ser condenado.
En cualquier caso, lo relevante aquí es entender que el emprendedor, además de todo lo anterior, también se enfrenta al riesgo real y evidente de perder su dinero, su tiempo y su estatus por culpa de su emprendimiento.
Y,如果没有你是事de aguantar ese危险,es difícil que puedas tener éxito emprendiendo, porque tratarás de poner la menor cantidad de tiempo y de dinero posible en juego… Y eso es un camino claro hacia el fracaso.
Fracaso
Y, hablando de fracaso, conviene mencionar que el miedo al fracaso es algo terrible. Para que alguien que jamás ha invertido o tratado de llevar a cabo un emprendimiento, se puede hacer un símil bastante sencillo.
Piensa en alguna de esas ocasiones en las que has podido pedir a una mujer (o a un hombre) que salga contigo. Si alguna vez te han rechazado, seguro que sabes lo duro que es ese sentimiento de haber fracasado.
Ahora, puedes coger ese sentimiento, y multiplicarlo por mil, que es lo que siente un emprendedor cuando fracasa. Porque no solo estás fracasando ante una persona, sino ante decenas que te rodean en el día a día, y, además, has invertido mucho más tiempo en tu emprendimiento que en el intento de seducción a esa otra persona.
Además, vivimos en sociedades que son bastante críticas con el fracaso. Ya se sabe que, en nuestras sociedades, si tienes éxito, se debe a la suerte, mientras que, si fracasas, es porque era obvio que lo que hacías no tenía ningún valor.
Por lo tanto, tener esa fortaleza mental para tolerar el fracaso y aguantar que la gente que te rodea te ponga en duda continuamente por las decisiones empresariales que tomas, es imprescindible para que tengas éxito como emprendedor.
Conocimientos
Otro punto importante: Se necesitan conocimientos. Ahora bien, ¿qué conocimientos? ¡Esto es imposible de saber!
No hay ni un solo emprendedor que te pueda decir qué conocimientos son necesarios para emprender, porque, hasta cierto punto, el emprendimiento tiene más de arte que de ciencia.
Yeste es un punto complicado, porque suena muy telúrico, cuando en realidad lo único que quiere decir es que el emprendimiento surge, sobre todo, de la innovación, y ésta, de la creatividad.
Y la creatividad está en cualquier lugar. Al fin y al cabo, el Chef español Ferrán Adrià fue creativo con la cocina, cuando ésta existe desde hace miles de años. Lo mismo se puede decir deel dueño de la cadena de tiendas Zara, Amancio Ortega, que hizo lo mismo con el sector de la ropa.
El tipo de conocimientos que se tienen que tener es de lo más variado, y deben ser tan diversos como sea posible, porque eso es lo que da la oportunidad de innovar en campos dispares, y que cada innovación sea, en sí mismo, una innovación.
Si todos los emprendedores tuvieran los mismos conocimientos, no podría haber innovación, porque todos llegarían, más o menos, a las mismas conclusiones y a las mismas ideas.
En cierto sentido, el emprendedor debe tener “hambre” de conocimiento, y debe tener cierta capacidad para conectar esos conocimientos de forma creativa. Si no es tu caso, también es difícil que tengas éxito en el emprendimiento.
Originalidad
Por último, está la originalidad. Ya se apuntaba un poco en el apartado anterior, pero merece una mención extra. Un emprendedor debe ser creativo y original, porque, al fin y al cabo, ahí es donde reside la posibilidad de innovar.
Y no sirve de nada engañarse: No todo el mundo tiene esta posibilidad de ser creativo y original. Hay personas que lo son, y personas que no lo son. Igual que hay personas que tienen cierto don para hablar en público, y personas que no lo tienen.
Existen técnicas creativas, por supuesto, y también existen emprendimientos en los que la creatividad y la originalidad tampoco ha jugado un papel determinante. Sin embargo, sí existe cierta correlación entre creatividad y emprendimiento.
Así pues, si no tienes esa originalidad y creatividad, puede que tampoco seas el candidato idóneo para el emprendimiento.
Como puedes ver, el emprendimiento no es para todo el mundo, y quien crea que sí lo es, es que no tiene ninguna idea. El emprendimiento implica riesgos y cantidades de trabajo descomunales, y no todo el mundo puede (ni quiere) soportar esa presión.
¿Y tú? ¿Qué opinas? ¿Crees que el emprendimiento sí es para todo el mundo o, por el contrario, consideras que solo algunas personas con capacidades concretas pueden emprender? ¡Cuéntalo en los comentarios y se te responderá tan pronto como sea posible!
Acerca del autor:
Antonio Godoynavega en el marketing online y el emprendimiento digital para www.antoniogb.es , y es amante de los perros, la lectura y la discusión creativa.